El doctor Alfred Tomatis, un reconocido médico francés, se ha pasado los últimos cincuenta años estudiando los poderes creativos y curativos del sonido y la música, y en particular de algo denominado Efecto Mozart. Una y otra vez, Tomatis encontró que, más alla de las preferencias de los pacientes, o sus conocimientos sobre el compositor, invariablemente la música de Mozart calmaba al oyente, mejoraba su percepción espacial, y le permitía expresarse con más claridad.
En la actualidad los científicos concuerdan en que hay muchos diferentes tipos de música que puede ser terapéutica, pero últimamente los investigadores han confirmado como Tomatis, que la obra del compositor en particular, Wolfgang Amadeus Mozart, sobresale enigmáticamente entre todas las demás formas musicales por su poder de curar el cuerpo humano. A esa especial capacidad curativa la han denominado "Efecto Mozart".
Existen pruebas que indican que la canción y la danza son anteriores al lenguaje, lo que significa que la música es la lengua original de la humanidad. En verdad, los científicos han encontrado que dos tercios de los cilios del oído interno - los cilios son los miles de diminutos pelos que yacen sobre un plano liso - resuenan solo en las frecuencias musicales más altas. Esto parecería indicar que alguna vez, los seres humanos se comunicaron primordialmente, a través del tono o la canción.Es posible que la música de Mozart haga "entrar en calor" al cerebro ya que ayuda a "organizar" los patrones de "encendido" de las neuronas en la corteza cerebral, fortaleciendo especialmente los procesos creativos del lado derecho del cerebro que se asocian con el razonamiento espaciotemporal.
Los científicos llegaron a la conclusión de que escuchar música actúa como un "ejercicio" para facilitar operaciones asociadas con las funciones superiores del cerebro, en otras palabras, escuchar la música de Mozart puede mejorar nuestra concentración y nuestra capacidad de dar un salto intuitivo. Para comprender por qué la música en general puede curar y por que la música de Mozart es especialmente terapéutica para mucha gente, debemos comprender el sonido y su efecto en la materia.
Los sonidos que vibran forman patrones y crean campos energéticos de resonancia y movimiento en el espacio que los rodea. Nosotros absorbemos estas energías, y éstas sutilmente, alteran nuestro aliento, nuestro pulso, nuestra presión sanguínea, tensión muscular, temperatura de la piel, y otros ritmos internos. Imaginemos, entonces, que efectos pueden tener los sonidos en las céculas, los tejidos y órganos que son tan delicados.
Una elaborada investigación, ha demostrado que, aún cuando una persona no esté consciente -por estar dormida o anestesiada - sigue escuchando. El pasaje auditivo a diferencia de los demás sistemas sensoriales, posee un revelador extra, las fibras auditivas no son afectadas por la anestesia. De modo que siguen transmitiendo el sonido, dicho simplemente: Nunca dejamos de escuchar, y no es necesaria nuestra participación consciente.
La música de Mozart posee un poder sanador, liberador que supera de lejos a las de sus predecedores contemporáneos, o sucesores sea Bach, Beethoven o Beatles.
Su música comunica equilibrio energético y logra lo que tratan de conseguir muchos sistemas de sanación, sea acupuntura, hierbas, dietas u otros tipos de enfoques, justamente ayudar al paciente a encontrar ese equilibrio.
La música de Mozart puede equilibrar nuestra energía de manera extraordinaria, no es demasiado rápida, ni demasiado lenta, es perfecta. Sabemos que los ritmos de la música afectan los del sistema nervioso autónomo, que regula un vasto territorio biológico en nuestro cuerpo, por lo tanto, podemos comprender cuán importante puede ser para nuestro cuerpo físico y emocional la simplicidad y claridad de la música de Mozart al poseer la capacidad excepcional de producir armonía en cuerpo y mente.